Los algoritmos ya no solo resuelven cálculos: ahora también crean arte.
Gracias al aprendizaje automático, algunas IA son capaces de componer poemas, cuentos e incluso guiones. Aunque no tienen emociones, imitan estilos con sorprendente precisión.
Plataformas como ChatGPT, DALL·E o Suno AI han abierto un debate fascinante: ¿puede una máquina crear belleza? ¿Qué distingue la creatividad humana de la artificial?
Artistas y escritores han comenzado a colaborar con algoritmos como herramientas de experimentación. Otros, en cambio, los ven como amenaza a la autoría y originalidad.
Sea cual sea el desenlace, lo cierto es que la frontera entre humano y máquina en el arte se vuelve cada vez más difusa. Y eso abre más preguntas que respuestas.